Wednesday, October 25, 2006




6. ELTREN DE LAS DISTANCIAS...
Copyright 2005 Patricia Lara / Lionel Henríquez
Agosto de 2005

Edita Visceralia Ediciones
6817424
Huérfanos 3044
Santiago
http://www.viscerlia.cl/

Registro de Propiedad Intelectual Nº 149.674
ISBN: 956-299-831-2
Diseño de cubierta y fotografías: Gabriela Núñez
Impreso en Chile / Printed in Chile
Derechos Reservados

Sobre la distancia

De la extraña relación que poseen el tiempo
y la velocidad es posible calcular la exacta distancia
entre dos cuerpos: D T x V.

¿Cuánto espacio habrá entre todo lo que se
quedó congelado miles de centésimas de segundos
atrás y.. este día?, ¿cómo hacer el recorrido?

“Mis manos languidecen/y serán piernas que
se refugien /en el claustro de los sueños”, dice
Lionel Henríquez en su poesía Desgano, como
dando a entender el sopor en que el tiempo deposita
las cosas y la incertidumbre de esperas que ya
dejaron de enturbiar la visión, pero que es necesario
exorcizar.

“Ay, hijo, es el tren de as distancias...” susurra
Patricia Lara en Esta calma de aromos...,
dejando que en una interjección se escapen las
intenciones del presente volumen y su nombre
sugerente.

Hay que salir detrás de todos los que se
quedaron en la estación, saltar de vagón en vagón

5

preguntando por los seres, por los cuerpo que otra
locomotora exhibe en sus pasillos, resucitar palabras
enterradas: la luz a final del túnel debe ser capaz
de indicar que no importan e tiempo, ni la velocidad
cuando se trata de recorrer las distancias insondables
de la la vida
.
Este rescate último, con maletas hechas de
Palabras, quiere encontrar a ese lector único, viajero
de cualquier otro tren, que sea capaz de subirse a
éste y contemplar les universos para que se
presentan.

Suena el silbato… es tiempo de abordar.


Luisa Ballentine
Santiago, 16 de septiembre de2005
El tren de las distancias…

ÍNDICE
Prólogo 5

Patricia Lara 7

Madre, es la tarde... 9
Distancia en el tiempo 12
Esta calma de aromos... 14
En un tren fantasma 17
Monólogo post mortem 20
Magazine 22
Leyendo a Rimbaud 24
Nada ha cambiado 26
Marasmo de otros manantiales 28
Sin cerrojos 30
Imaginario 32
Acerca de unos vientos 35
Madre, no puedo, es la agonía 38
De escarchas y distancias 40
Sentencia de las uvas 42

Lionel Henríquez 45

Ese día 47
El juicio nocturno 50
Tu respuesta 52
Arquetipo 53
Desde una ventana 57
Agonía 59
Por donde camina el alma 61
Nocturno alienante 63
NOCTURNO: Vida Pasión y Muerte… 65
Alegoría nocturna 67
En el sueño no recordé mi insomnio 79
Por la conquista de tierras heladas 81
En tu renacimiento 84
Crecimiento 86
Vida sin muerte 87
¡Renuncia a los antiguos moldes! 89
En la antesala del universo 91
Desgano 92
Todo de nuevo 93
Cerebro sonriente 94

6
Patricia Lara

Patricia Lara Arriagada, nacida en la ciudad
de San Fernando hace 47 años, lugar que la colma
de esa infancia dulce,al lado de una madre que hoy
está sólo en sus versos.
La vida se le presenta con” ternuras de la mano
de todos los hijos que lleva en el alma, los de su
sangre Daniel, Pablo y Gabriela y los que la miran
desde las aulas. Profesora de Educación General
Básica por vocación, se desempeña en distintos
lugares aprendiendo de los niños el amor dulce que
la colma. Actualmente reside en1aciudad de Valdivia,
donde labora en el Instituto Salesiano de esa ciudad
Escribe desde la infancia, desarrollando ya
el amor por las letras con fuerza desde el año 2003.
Su poesía se encuentra en las antologías “Sin
Tinta ni Papel” (Chile), “Nueva Poesía
Hispanoamericana” (Penú) y en el libro “Entre dos
Manos” publicado en Monterrey, México junto al
poeta Lionel Henriquez.



El tren de las distancias


Este tren de las distancias nombra a mis hijos, a mi madre, a
ese loco que fue mi padre,. A un gran amor de juventud, a todos
los que son desde algun rincón parte de esa vida mía, que
atesora rabias, rabietas, amores y ese tema mío que se dice
poesía.
Patricia

Patricia Lara


Madre, es la tarde...

Soñé, madre,
que tu hija
tenía un amante
bajo la lluvia
en arpegio de violines
él y ella caminantes...

Otro día soñé
lo mismo, madre,
asfalto mojado
en exilio errantes
caminan los poetas
las manos en alto
la sangre palpitante...

Son sueños,
señora sempiterna,
su hija escribe descalza,
arranca de la vida
que lastima,



9
El tren de las distancias

la voz le arde...

Sabes, Madre,
es el fuego de las horas
que anuncia mi llamada
la distancia
en brocales diminutos,
es el sol
a mis espaldas
que se hace
herida lacerante...

Madre,
ay, Madrecita mía,
si yo te contara
los sueños de mis versos,
la ausencia de mi padre...
la luz que nace
de estas manos
y este clavel tan rojo
tan sutil
tan tristemente lejano
tan manso



10
Patricia Lara

y a veces tan distante...

No es nada, Madre,
la belleza que se rompe
en jarrones escarlata...

Puede que sea la lluvia
el otoño que nace
para siempre
en esta tarde...

Ay, Madre,
Madrecita mía,
por qué la vida
con sus noches
en la fragua
en las horas mortecinas
se me estrellan
se disparan...

Por qué, Madre, la vida?


11
El tren de las distancias

Distancia en el tiempo
(A Víctor Gómez Reyes)

Yo te escribía versos
hace tanto,
tanto tiempo,
en viaje de sueños
y lejanas ilusiones...

Hereje
con zapatos de cartón
pasaste caminante,
con sonora voz
por equipaje...

Recupero cada tarde
tus mañanas
tus pasos
en naufragio
tus manos distantes,
en la alameda aquella
en la de los besos...

12


Patricia Lara

Tú nombrabas
mis noches
mis ausencias
en farolas apagadas
en penumbras
de mariposas sin alas
de nuestro andar
de jóvenes solitarios
en el bosque...

Desde qué lejanas
tierras se me asoma
tu recuerdo...
Desde qué luciérnagas
se apagó
tan triste el eco...

La queja de los pájaros
el lloro de los árboles
me traen tu nombre.
Es otoño, amor,
hace veinte siglos
desde entonces...

13

El tren de las distancias


Esta calma de aromos...
(A Daniel)

Ay, hijo,
qué extraña está la calma.

Los aromos encendidos
lo anunciaron, lo dijeron.
El silencio matutino
lo escribía en el viento
mordiendo eterno mi cara.

Ay, hijo,
es la ausencia
es la partida de una noche
negra, silente...

Qué miserable es el destierro, hijo...

Déjame, amor, tus pasos,
estréllame en tu ventana
que se rompa el silencio...

14
Patricia Lara

Ay, hijo, es el tren de las distancias...

La calle llora en mi alma
y el eco de tus besos
reclama las no madrugadas...

Ay, hijo,
qué extraña y fría es la mañana...

Septiembre 17
allí se rompe mi alma
será un saludo salobre...

Adornaré la distancia
con campanas al viento
y en tus manos guirnaldas...

Ay, hijo,
déjame este llanto
en cada mañana
en el asfalto,
en los tejados
en los árboles



15
El tren de las distancias

y en tus brazos
para siempre
como hoy, en esta mañana...



16

Patricia Lara

En un tren fantasma
(A un ferroviario)

Esta herencia de rumbos ambiguos,
de amores sin casta
me regala tu sonrisa, padre,
hogares distantes, hijos, lágrimas,
partos y recuerdos
de las horas eternamente amargas.

Que fue mi destino
la locura y la nada,
vete al mismo infierno,
es tu testamento centenario
desatado que aplasta.

Ven, te desafío,
esta noche te espero,
con las manos tibias
recogeré la escarcha,
te daré un sorbo de vino,
fantasma milenario,




17
El tren de las distancias

ven a decirme lo que pasa...

Moreno y amargo
mira lo que has hecho,
sólo una sonrisa
y encanto al pobre
a los niños, al viento
a las nubes, al áspid
y me embarco con ellos
en un tren eterno
como tú, orate sin destino.

Qué haré contigo,
idiota ferroviario,
sin rumbo, sin norte, sin palabras...
me dejaste la locura,
un navío embrujado para vivir
todo aquello que siempre te faltaba...

Tramposo,
encantador de serpientes,
déjame tu abrigo
tus pies alados



18
Patricia Lara

y la noche en que te fuiste...

Tengo frío
es noche de fantasmas.




19

El tren de las distancias

Monólogo post mortem

Venceré la distancia
le ganaré a este cansancio,
alados los pies
recobraré las mañanas
serán mías las madrugadas.

Subirá el incienso
desde mi tierra salobre
hasta las cavernas
que hallará en medio
de las noches...

El crepitar de este fuego
que no se me pasa
fundirá mis secretos
alzando desde el abismo
la flama que anuncie esperanzas...

Extendidas las manos
en palmas agradecidas
recogeré la lluvia, la misma


20
Patricia Lara

que lava mi cara
y refresca de vez en cuando mi alma...

Doblegaré a este tiempo de ausencias
germinaré bajo la tierra
para saltar a los brazos de la vida que me
[invita
que me llama y que de tanto en tanto
me guiña y me dice que me espera.


21


El tren de las distancias

Magazine

Todo duerme
mientras bebo fugaz
la copa de la alianza

(Vestido de fiesta y lentejuelas)

Miro el fuego,
la llama me ensordece
despliego la danza
en sutil baile de máscaras...

y me invento una paloma
un colibrí con muerte de pájaros...

Me quedo en el abismo
con ojos bien abiertos
para despedir la noche
el crudo invierno
de leños contagiosos
que jugaron a ser lámparas



22
Patricia Lara

(Era el tiempo del ocaso)

Mañana será otro día
volveré por las calles
a deambular como Mary Poppins
con mi traje de fantasmas...

(Recogeremos espigas)

La llama arderá en mis manos
las espinas con alas de moscas
clavarán para siempre mi pasado.

(Girasoles bordearán el camino)

Mientras una lágrima me guiña
miraré los fuegos como siempre,
desde el borde de la fuente
en la copa tinta
con nombre de solitario empedernido...

(Atardecer de nuevo,
la espada eternamente de doble filo)




23
El tren de las distancias

Leyendo a Rimbaud

Quiero fallecer
en noche clara
en bosques de bambúes
en el todo y la nada.

Ni amores, ni palabras...

Ebria de las voces de Rimbaud
no me importa el cielo
sólo la noche
en firmamento absoluto,
en ausencia de flores
de gastadas primaveras
negadas a los cuatro puntos cardinales.

Ni promesas, ni amores...

Es la aurora de mi tiempo
me niego rotundamente
las lágrimas de otros siglos.
No más el abismo,




24
Patricia Lara

estoy al otro lado,
descalza entre el cielo y el infierno.

Ni florecillas, ni sonrisa falsa...

Ya nada volverá a tocarme,
guarda tu espada, tristeza,
deja ya de mirarme ciegamente
no viajo por tus pasillos,
iré por donde quiera
con traje de ultratumbas
con voces lejanas.

Ni augurios, ni promesas...

Guarda tu maldita presencia
ya nada podrá alcanzarme
he muerto en esta noche
con la letra en la garganta
grandiosa, delirante...

Sin amores, sin promesas
mi amante es la palabra...




25
El tren de las distancias

Nada ha cambiado

La casa quedó intacta allá en el recuerdo.
El gato de la infancia te sigue esperando.
Las muñecas toman sol en el mismo patio.
Tu padre no ha muerto, sólo cambió de
[tren
no habrá regresos.
Tu madre teje contigo los mismos sueños.
No es cierto que ha pasado tanto tiempo.
Las uvas maduran como siempre,
los gorriones gritan eternos, a toda hora,
sólo algarabía, no hay silencios.
La calle de adoquines recibe la misma
[lluvia
ésa de los juegos y las risas.
Nadie se ha casado, son los mismos niños

Nada se ha incendiado,
las casas de adobe siguen de pie junto al
[viento.


26


Patricia Lara

Las madres siguen cosiendo en el patio,
todos los niños gritan detrás de un
[caballo.
Nadie se ha muerto,
nadie rompió los vestidos viejos.

Nadie se ha muerto, el tiempo no ha
[pasado.



27
El tren de las distancias

Marasmo de otros manantiales
(A Erasmo)

Ahora que tú y yo no somos nada
después del naufragio en la distancia
te miro con ternura, sin rencores,
sólo quiero la firmeza de tu barca.

Ahora que tú y yo no somos nada
en la hora que se duerme el canto de otros
[ecos
camino en solitario, tú lo sabes
desde antes, para siempre...
con el canto de los grillos en las manos, en
[los pasos,
en esta ausencia que no calla.

Ahora que pasó la lluvia que me nombra
ahora que soy dueña de estas alas
se me ha hecho crónica cierta tristeza
que empapela milenaria los recuerdos
y no sé porqué causa siento la cara
28

Patricia Lara

[mojada...

Ahora que todo el tiempo se levanta
te miro silenciosa en este abismo
incendiando las noches que me faltan.

Ahora que camino y alzo el vuelo
cuando ya tus manos no me atrapan
te miro, niño díscolo, en cada madrugada
y siento la fatiga de esta historia
ahora, cuando tú y yo no somos nada.

Para qué explicarlo, tú no sabes, no lo
[entiendes,
es el cauce de mis aguas...


29


El tren de las distancias

Sin cerrojos

Romperé todos los espejos
de mañana, casi al alba
disueltos en el agua...
en hojas amarillas,
mis pies desandarán los siglos
cargados de mentiras
de botas y amapolas desgastadas.

Romperé tus ojos frente a mi cara
gritaré la lluvia torrencial
maldita de esperanzas,
desganchado noviembre
en la aurora del tiempo que no vino
en los árboles mustios
a la orilla del cauce río arriba, lejos.

Arrancaré tus manos
cercenadas a la altura del abismo
recogeré tus gritos,
adornaré tu sueño casi limpio
con demonios y fantasmas

30

Patricia Lara

de un ayer misterioso
atrapado en la seda de un gusano
que escapa de tu boca, de mi cielo, en
[silencio...

Arrancaré la leyenda del calendario
dejaré los números en treinta y uno
será la nube con alas de palomas negras...

Sentada en la ventana secular
callaré el hongo atómico de los tiempos,
de las horas asesinas,
de este cielo en versos que no cesa
de gritar que todo es sepia...



31
El tren de las distancias

Imaginario

Mi ángel
se hizo fantasma
clavado en la pared.

Mi voz maldita
en el eco de un no sé
ya nunca regresó.

La incierta madrugada
se hizo eterna sin estrellas,
tanta soledad.

Mi querube
colgado en el olvido
roto el traje,
en algún recodo
en la memoria
se extravió.

El demonio
al borde del abismo


32
Patricia Lara

inventado allá en la nada
se instala, se queda
a veces deshoja margaritas...

El silencio salobre
se desborda
se enreda allá en la cruz.

Espectral tiniebla
se levanta en la distancia
donde yace
el memorial.

Místico envoltorio
se eleva en la penumbra,
adivino el pasado
que se fue tan lejos
milenario, sin tiempos.

En el gólgota, allí te espero.
En el árbol, de rodillas...
33
El tren de las distancias
Mesiánica promesa
de un ángel muerto.


34
Patricia Lara

Acerca de unos vientos

Quién, me pregunto
llegará primero a mi ventana
con paso tenue, sigiloso;
la muerte o la poesía,
si muero un poco
como el cisne cada día.

La mañana junto al fuego
de las letras se empecina en levantarme
danza roja que emborracha
mis manos, mis distancias
y toda esta tristeza que no pasa.

Quién, me pregunto
llegará primero hasta mi puerta
con paso arrogante, firme;
la locura o la tristeza
si nunca duermo
como el viento en cada geografía.

La noche llama al universo




35
El tren de las distancias

en este mundo que se nombra poesía.
Nada me detiene,
ni tus besos, ni tus anclas
ni aun los coros de los niños...

Viajo hacia el destino
de estas letras silenciosas
que saben a naranjas en letanía,
hojarascas inmemoriales
de otras vidas, de unos sueños
en la infancia.

Quién, me pregunto,
atrapará primero mi vida y mis palabras.

Sólo el viento de la noche
en cada madrugada,
hermanos de la luz y de las sombras
que me aguardan.

Sólo el viento gitano que pasa.
Es el único que entiende esta lectura sin


36
Patricia Lara

[asombros;
como Elías en la altura de las rocas.








37
El tren de las distancias

Madre, no puedo, es la agonía

No cerraré la herida
que sangre,
así ha de ser en la despedida.

La llovizna sabe a silencio
a pasos descalzos
al lado oscuro del abismo.

No cerraré la herida
que duela,
que me diga que así se va la vida.

La luna trae el olvido
de las estrellas
ésas que escaparon entre mis manos.

No cerraré la herida
que corra como agua clara
vertiente desfallecida.

El espacio tiene el recuerdo




38
Patricia Lara

de quien yace en una tumba
sin estrellas y sin lunas.

No cerraré la herida
sólo los ojos, para no verte
en la partida.

La tarde trae los ecos
que se quedaron
entre tu beso y mi despedida.

No cerraré la herida
que muera como la vida.

No cerraré la herida...




39
El tren de las distancias

De escarchas y distancias
(A Pablo)

Bébete la escarcha
siéntela en la lengua
que te parta la cara
que reviente tus ojos.

No mires el sol
cúbrete de silencios
con acordes de guitarra
llama al viento que yace en tu puerta.

Cada mañana búscame
detrás de la tormenta,
grita para que te escuche
llora tu pena y lánzame tus quejas.

Corre con pies descalzos
quítate ese traje
desnuda tu alma y en llamas
danza...





40
Patricia Lara

La llovizna que avance,
déjala salir, que no amaine.
Es ahora tu tiempo,
desde allí, amor entrañable, levántate...

Desde la distancia embravecida
lameré tu costado
lavaré tu rostro enfurecido
en danza de ausencias
gritaré cada día la lluvia
la mañana de nunca más un beso...

Levántate, grita,
doblégate a las lágrimas,
déjala a tus pies
al borde del camino
que la escarcha toda se derrita...





41
El tren de las distancias

Sentencia de las uvas
(A un pasajero)

Las uvas eran mi tiempo
en atardeceres magnéticos
de palabras sin el verbo.

La lluvia es mi presencia
No la tomes sin mi consentimiento.

La hoja tiembla en tu boca
cuando gritan las voces
que son mías, que no alcanzas.

Tiembla la tierra en tu silencio
en la hora triste y lejana.

Jardines colgantes en tus dedos
amenazan con el verso,
con la risa y con el llanto
que se quiebra en este instante...




42
Patricia Lara

No pretendas con tu eco
arrastrarme en el silencio...

Remolinos de hojas secas
en mis pies descalzos
levantan la mirada hacia otra tierra
ésa que te cubre agorera,
milenaria entre tus piedras.

No pretendas con la lluvia
arrastrarme hasta lo excelso...

Descansa esta agonía.
Déjame que la diga
a la hora de la fruta
de esta noche que me cubre
y silente serpentea.

No pretendas...



43
Lionel Henríquez

Lionel Henríquez Barrientos, nacido en
Santiago de Chile en el año 1946. Desde 1974 se
desarrolla profesionalmente como académico en la
Universidad Austral de Chile, en Valdivia.
Ciudad de ríos, lluvia, árboles, flores y
construcciones típicas en madera que se añejan en
el tiempo, lo invita, en el año 1990, por su singular
urbanismo y entorno natural, a entrar en la poesía –
esa que desde niño dormía en su mundo-, como una
forma de expresar la belleza que adorna su
maravillosa atmósfera y entorno.
Sería sólo un primer paso, ya que también
su universo esencial irrumpe en los textos, como
una urgencia interior, aquietando su alma, su
espíritu. Desde ese comienzo, su obra ya está en
cuatro libros inéditos y en las antologías “Sin Tinta
ni Papel (Chile), “Nueva Poesía Hispanoamericana”
(Perú) y en el libro “Entre dos manos” publicado en
Monterrey, México junto a la poetisa patricia Lara.


El tren de las distancias


Este tren de las distancias, es ese tren nocturno que lleva como
pasajeras a las visiones que responden a estados de ánimo, a
sentimientos… Todas ellas, transformadas en imágenes, me
hacen vivir el día a día de una manera especia y singular.
Lionel

El tren de las distancias


Ese día

El día que muera, no será un espejismo,
viajaré por el cauce de un río
con sombras de alerces en sus orillas,
el pecho quieto escuchando lágrimas de
[choroyes.

Mi cuerpo por los senderos de naves
[fluviales
atravesará conversaciones de robles y
[araucarias
comentándoles la permeabilidad del
[tiempo sumido
entre miles de senderos paralelos, cuyos
[ojos han visto
como crece y decrece su follaje al vaivén
[de la luz.

Ese viaje será largo, muy largo, como la
[mirada tuya.
Aletargado en el lecho, seguiré huellas
[descalzas


47
Lionel Henríquez

navegaré con el elixir perfumado de tu
[energía.

Entre lágrimas forasteras y sonrisas
[abrigadoras
llegaré por los sueños hasta el foso de la
[oscuridad
despertando dioses a las puertas de
[mítica catedral.

Con el calor de tus manos traspasaré
[vidas pasajeras
me sumiré en las siluetas que han
[dibujado los hombres
entre los pasillos pavimentados de
[espejos temporales,
para vivir creciendo al compás del reloj
[del silencio…

Si alguna vez se encuentran nuestros
[universos
veré a través de las paredes como miras
[el reflejo

48
Lionel Henríquez

del sosiego de los peregrinos en el fondo
[de tu copa
en que has escanciado tu vida
[reinventando calendarios.

No será la ilusión óptica de un éxtasis
[místico
ni el delirio de ver con ojos prestados por
[tu futuro,
será la respuesta de la promesa de
[encontrarnos ese día.


49

El tren de las distancias

El juicio nocturno

La noche encrespó sus cejas.
La noche afiló sus pestañas.
La noche onduló sus cabellos.

Su cita era en el encuentro
de la luna y las montañas
entre espadas de luz
y lluvia de nubes.

Su cita era con los dioses
que han abierto los ojos de los sin
[nombre
entre las implosiones de los no videntes.

Y entre las mesas de las montañas
bebiendo las oscuridades
sentenciaron a los nigromantes
de blancas capuchas
a vivir en el recinto del poeta
y a sus duendes de manto negro
a cantar con las bocas de los músicos.



50
Lionel Henríquez

Y la noche haciendo parpadear su piel
y abrazando a los dioses
recitó el cúmplase
al pintor de las claridades.

Y la noche se alienó
en los brazos del unicornio
que la alzó frente a sus ojos.



51
El tren de las distancias

Tu respuesta

Entrarás por el ojo de mar
saldrás por algún rincón del Universo
a la sombra de alguna galaxia,
para someterte a una muerte
para relajarte en otro nacimiento,
bebiendo en la copa de tus ancestros.
Sólo ahí recordarás tu oficio.

Ocuparás el vacío de los rayos
de esa rueda que por la Vía Láctea gira
y escribirás entre las estrellas
en esos pozos
tus cantatas, tus sinfonías,
tu réquiem.

Y volverás a sentarte en tu jardín
para mirar como crecen las rosas.




52
Lionel Henríquez

Arquetipo

I. AYER
Anoche, que fue el hoy,
anoche, que fue el mañana,
anoche, que fue el ayer
entró en mi casa
la casa de un mago.
Y caí a las nubes
de las manos de mis dedos.
Y volé con tirantes de hilo
por el pulmón de la Tierra
con el ritmo de su respiración.
Y me vi solo, por calles de ciegos,
con mirada de paloma posada
entre escaños y piernas de niños
lanzado a través de la tinta de fuego
en las líneas de mis manos,
improvisando respuestas
con palabras de artista en escena.




53
El tren de las distancias

II. HOY

Hoy, que fue el anoche,
mañana, que fue el anoche,
ayer, que fue el anoche
recordé la casa del mago
y vi a los ciegos
buscando a tientas
por las calles desiertas
una tienda abierta,
un almacén de lazarillos
para apropiarse de uno
y sea, con sus ojos,
el mago escondido
en el sótano de su casa.

III. MAÑANA

Mañana, que fue el ayer,
mañana, que fue el hoy,
mañana, que fue el mañana
me sumergí en el corazón de la Tierra
impulsado por el viento de sus pulmones



54
Lionel Henríquez

y recorrí sus venas y arterias.
Me vi en el sótano
sentado en el living
mirando las estrellas
desde el centro del patio.
Y escuché con impertinencia
y miré como espía sin cartón
sus improvisadas miradas
comentando de la mano de la Tierra
la travesía por el Cosmos
hacia un principio que recuerda algún
final.

IV. Y PASADO EL MAÑANA

Y la Tierra, célula del Universo inquieto,
se reflejó en mi espejo enmarcado
con las vetas de mi cráneo silencioso.
Y mis ojos perdidos
por las luces de azuzadores soles
se encontraron con mis labios sonrientes
en el núcleo de mi cráneo
cráneo corazón de la Tierra


55
El tren de las distancias

en la que escribe con tinta de fuego
el mago, que sólo vive
cuando nace el Hombre.




56
Lionel Henríquez

Desde una ventana

Desde las puertas del horizonte
bebiste en sosiego la savia de la
[oscuridad.
Y el ánfora ocupada por tus cenizas
recibió el calor de la resina
diluida por mis manos.

El sudor del cielo subió por arterias
transportando tus enhebrados dolores
desde el corazón de la Tierra.

Latieron mis sienes migratorias
al resbalar las empantanadas angustias
por la límbica garganta del ánfora.
Y al embeberme en los sueños
de los falsos agoreros,
en mis palmas
lloró el cántaro mortuorio.

Caminando en vaivén con pies desnudos
entre mis retinas, la Matriz y las Esferas,




57
El tren de las distancias

las cenizas de los Augures
alimentaron mis visiones,
reordenando tu vacío
en la fogata del Firmamento.

58
Lionel Henríquez

Agonía

Peldaño a peldaño
he bajado hasta el umbral
de la oscuridad.
Estático frente a oscuros,
estrechos callejones.

Peldaño a peldaño
he subido hasta la cresta
de la claridad.
Inmóvil mi cuerpo,
de cara a elocuentes nichos de luz.

Viajeros pasan y pasan.
Sus rostros de miradas perdidas
no miran mis ojos trasiegos.

Es sólo un chasquido
que se confunde en la vida
del trashumante Universo.

¿Para qué mirar




59
El tren de las distancias

si mis manos agarrotadas
retuercen los hilos
de la manta
que abriga mi sudor?

Lionel Henríquez

Por donde camina el alma

Amanece en tus ojos tristes,
el sol hilvana una sonrisa,
con ella viajas hasta los umbrales
de los desiertos y ventisqueros
empotrados en tu pecho,
escarbas en la arena, en el hielo
buscando una entrada a la gruta,
guardiana del pan diario.

La luz ilumina el libro escrito
en el cerebro ancestral,
con caracteres de plata
hurtados a la luna,
caminas por sus páginas
trasuntando tormentas
desde la atmósfera mística
hasta la caótica vigilia.
¡Cientos de relojes mueven tus ojos!

El tiempo aletarga tus rodillas
la piel se entumece,




61
El tren de las distancias

los dedos en su loco afán
encuentran la palabra indicada,
con ella se abren las compuertas
antes que los sueños inconclusos
agrieten el ruido gutural de éstos...

Con mirada certera en los dioses,
regresas con una flor en tus manos,
de nuevo los videntes te han regalado
milagros entre las paredes de su templo,
para que vivas las noches y días de tu
[sino.


62
Lionel Henríquez

Nocturno alienante

Escuché en mis sueños
atemorizante mensaje:

“Dicen que vengo del infierno,
la verdad es que nunca he salido de él.
Dicen que arropo a gente buena
con manto de escarabajos,
la verdad, sólo los ayudo
con un poco de temor,
necesario para angustiar.

Me asomo al espejo
y el reflejo muestra lava
sonriéndole a tus piernas.
Penetro el sinfín de tu mirada
y ahí están los caminos perdidos
haciendo espirales hacia las carnes
susurrando con orejas de murciélagos...”

Qué me importa si es sueño o realidad,
seré impermeable a lluvias ácidas



63
El tren de las distancias

que irrumpen, de nubes tóxicas
noctámbulas, en tormentas
por mis tierras ignotas.

Viviré el eterno pestañeo
del sol que eclipsa, nubes, noches
retazos del averno, secular, milenario,
abrazado a tus manos de silente entrega.




64
Lionel Henríquez

NOCTURNO: Vida Pasión y Muerte del
Universo

El Sol impulsivamente
con la Luna de abanico
desorbitó las estrellas
iluminando la boca del universo
que indiferente bostezó
al despertar de su letargo.

La Noche, muda,
temió a estrellas y cometas,
convulsionó sus brazos,
su pasión se desbocó
por los pliegues del Universo.

La noche se escondió
entre los escombros de su pasión
esperando que el Universo
triturara entre sus dientes
Sol, estrellas y cometas
para digerirlos en
nuevo letargo.


65
El tren de las distancias

La Noche canalizando su pasión
en caricias de amor
involucionó al infinito
iluminando de oscuridad el Universo.

Y la Noche, muda...
volverá a temer a estrellas y cometas.



66
Lionel Henríquez

Alegoría nocturna

Bajo estrellas llameantes
en impensado encuentro
por casualidad prevista,
el oso sobre aristas de olas
el delfín delante palmeras,
con juego de garras y aletas,
merendaron timbres y gruñidos.

Lamieron experiencias,
en acuerdo azaroso
buscaron viajar las nubes
a través de sueños y vigilias
sobre cantos oscuros,
para encontrar la Osa Mayor.

En casa de espíritu poniente,
saltando y comiendo olas
en tiempo finito,
hallaron la Insigne Osa,
guardada por doncella eficaz,
en espuelas brincaba




67
El tren de las distancias

tras golpes de leños.

A gritos y susurros
caminando la Osa llegó,
entre nubes y vapores
intentando enterarse
lo celosamente guardado,
tras profundas fauces
bajo espinosas aletas.

El oso en mesa cuadrada
posó cual vidrio en clavo
el capullo tejido en imagen,
de los sumos pontífices moro,
judío y cristiano,
juntos en silla de felpa
de la mano al futuro miraban.

El delfín al tiempo,
tras espejo redondo,
sin ausencia observada,
a la Sabia con miel deletreaba
a la guardiana plasmaría entre sillones,



68
Lionel Henríquez

lo nadado por el oso.

Oso y delfín en unión
al verbo de la iglesia,
la máquina y la naturaleza,
en nuboso reflejo de cirios,
usando el filo de la huincha
entre mesas y escritorios,
a la Mayor lamerían.

La purísima saltando
entre puertas y ventanas,
al peluche, al lampiño
ofrecía sus pies y manos,
para juntos bordar
la alfombra acolchada,
de la insigne patrona.

La Célibe Galaxia caminando
entre nubes y cojines,
en promesa de ojos y labios
entre flores y alfajores,
a los visitantes mamíferos




69
El tren de las distancias

tras espejo y en vestíbulo,
su doncella le otorgó.

II

Oso y delfín ya uno,
despertaron a los sopores milenarios;
entre vapores, en comunión a su niño
vieron su rostro sin cara,
con voces sin palabras
ante muro transparente
nuevo coloquio tuvieron.

Sin prisa y paso lento,
fueron árbol, planta, semilla
y ofrecieron sus hojas y ramas,
también su nuez,
sin impurezas ni cáscara
de cosecha estelar,
juntos volaron.

Ella se posó como nube



70

en sus troncos y hojas
y bebiendo sus castañas
les dijo mil veces,
suyas, muchas semillas
la de ellos, que ya eran uno,
sería otra entre las demás.

A la Osa relataron,
sus veredas de hielo y ripio,
sus comidas de poca miel,
como fortalecieron
sus cuerpos, sus espíritus
para entregar sus ramas
y posar sus leños.

Caminaron con la Hermética,
mientras comía sin cáscara
les entregaba sin palabras,
su niño, su doncella, sus manos.
Al tiempo sin orejas escucharon
que nogales y abetos se encumbrarían
por espacios siderales
teniendo Galaxias por cimas.



71
El tren de las distancias

Grandes han bailado
mi inmácula doncella,
otros han paseado mi niño,
pocas danzas de rondas.
Todos quieren la fruta
pulida y jugosa
entre mesas y sillas,

si quieren la cresta de mi sol,
junten todas las manadas,
cojan y esparzan sus piñones
en bosques, desiertos y jardines
y aunque laman estiércol,
mi Sombra y Luz
cubrirán sus confesiones.

Los enfrentó en sueños volátiles
a las veredas y nubes del tiempo,
montando dragones indóciles,
vieron hombres y ancianos,
unos tejiendo retamas,
otros pintando bóvedas celestes.



72
Lionel Henríquez

Volvieron en obedientes pegasos.

Viajaron con Ella y sirvientes
de las manos sin dedos,
en naves de luces y colores,
por veredas de rieles y clavos,
sembrando sus moscadas
por espacios siderales,
como hielo se sintieron.

Como navegantes observaron,
pastores sentados en capillas,
apreciándose los únicos castores
y con desprecio a otras presas,
también como la manada
cuales lobos los modelaban
opinando de todo el Universo.

Dijo la grande Osa:
¡Rocen sus nueces como Delfines,
no se muden en osos llorones,
junten toda la parvada,
acaricien al niño


73
El tren de las distancias

y en ronda con la doncella,
sin adoquines vuelen con la paloma!.

Delante del agua reflectora
en ruidosa promesa piaron,
las cosechas de frutas y verduras
a los hijos repartirían como hermanos,
aún transitando el hambre, la sed,
sólo con Luz Protectora,
serían abejas de panal,

también las mieses,
de la Impenetrable Galaxia,
de nebulosas estelares,
serían sublime mandato.
Como sus ojos sin uñas ven
y sus manos sin oídos tocan,
su cuerpo pendular colectará.

III

En el ribete del sol,
entre palmas y bostezos,


74
Lionel Henríquez

se deslizó la Osa Mayor
sobre sinusoidal cometa
entrando en prisma de cristal,
ofreciendo su composición
ante invocaciones del oso-delfín.

El, respirando la corriente,
mirando los contornos,
ofreció con plegaria sentida,
empollar en transparente rocío
su miel, su aliento, su amor,
lloviendo los mudos sermones
en áridos y fecundos corazones.

Cruzando ancha grieta
con centelleantes dentelladas,
de boina y mimetizándose
una orca quiso acariciarlo.
Variando del frío al calor
con campana de alta frecuencia
la dejó como leño ceniciento.

Mientras reflexionaba el río,




75
El tren de las distancias

una emplumada cacatúa
cotorreó que osos polares
por alianza con la camuflada
guardados y seguros estaban
y que nadara los vientos calmos.
Los osos ya refrendaron la defensa.

Digiriendo el desconocido timbre,
guardándolo entre lóbulos,
saltando y corriendo el llano,
adentróse en puerto vestido
por sendero de húmeda tierra
asiendo aire, agua y pensamientos,
se extasió con el firmamento.

Tierra adentro por venas de compota
en susurro de versos de caña dulce,
se posó en plaza de flores y cojines.
Zumbando la búsqueda de alto guía
dialogó con mutantes bramidos
con magisterial elefante,
se encarriló por senda de escuela rural.


76
Lionel Henríquez

Al patio escolar por conductos de luz,
braceando observó jardines, alamedas,
cachorros jugando trompos y volantines
preparándose a competencias,
vestidos con colores de ocasión,
unos corriendo, otros en bicicleta,
juntos a gacela conductora

que al filo de la ronda
entraría en charla amena.
Embelezado en los juegos y contornos,
rayos de luz le mostraron
mesa de cemento,
sin vidrio y con dama en expansión,
explosionando candados
frente a él quedaba.

La dama con saltos de pies y manos,
golpeó sin daño al delfín,
en ella vio su nuez transmutada
sin cáscara y semilla desnuda
y si pronto no la arropaba,
debería posar sus ramas

77
El tren de las distancias

en mesa de concreto armado.

Haciendo envoltorios adecuados,
con paciencia en iniciante carrera,
que permitieran lamer al oso y a él
su semilla y con ello entregar
el profundo y velado mensaje
de la Célibe Osa Mayor,
con su niño doncella y filtros,
a la vigilia nuevamente llegaron.


78
Lionel Henríquez

En el sueño no recordé mi insomnio

Soñé que era un niño canoso
de alma arropada
por juego de volantines.

Mis desvelos de hombre imberbe
eran las curvas de papalotes
en las nubes, junto al tiempo
de piernas amarradas
al árbol de alguna esquina.

Mis insomnios eran mis juegos
hiriéndose ante la ciega mirada
de la tierra hilvanada en su ropa
y frente a ojos de gorriones
cansados de zurcir ramas.

Mis angustias eran las cometas
deslizando sus hilos, curados en vidrio,
desafiando lúdicos talentos.

Y en el sueño no recordé


79
El tren de las distancias

que la riña de los voladores
se pasea por mi cama
entre nebulosas, junto al tiempo
de piernas anudadas
a las plumas de alguna golondrina
y delante de los ojos del hilo
cuyo vidrio rebana
cuello de sonámbulos.


80
Lionel Henríquez

Por la conquista de tierras heladas
(Muerte helada)

Perdiste el norte del magma en el hielo del
Polo Sur.
Te asomaste al espejo de la mirada
penetrante
Y sólo ahí encontraste los caminos
perdidos,
atrofiados en espirales, sumidos en
cavernas concéntricas.
Te arropaste con mantos de escalofríos.
Buscaste el sueño reparador en altares
susurradores.

Bebiste tu veneno en infusiones
aromáticas
a la espera de la sonrisa helada,
caminante de tus venas.
Nada quedaba sino el viento que
estrechaba tu aorta
resecando tu saliva en el infierno de tu
lengua.

81
El tren de las distancias

¿Moriré hoy? Preguntaron tus ojos de
nieve.
La melodía inconclusa de tu viaje terrenal
se apoderaba de los enmohecidos goznes
de las puertas y ventanas de tus oídos
inflamando la piel de tu cerebro.
¿Será Mañana? Volviste a preguntar.

Sólo intuiste esa respuesta
que te siguió a todas partes:
Tu cuerpo será
de los sabios que pisotean la tierra,
en esa atmósfera preconcebida
por aquellos dioses inmortales
que te dieron a beber el vino
de una mutante y única vida.

Entonces entornaste los ojos
y miraste aquellos sacrificios
de mullidos bueyes,
a la orilla del horizonte
que en tu nombre quemaban


82
Lionel Henríquez

esos genios que vivieron en tus espaldas.

Y sólo ahí dijiste:
“En el ombligo de las galaxias descansará
mi sangre testada”.
83
El tren de las distancias

En tu renacimiento

En profundo silencio,
en serena reflexión,
tu espíritu indómito
juzgará el tiempo y sus rituales.

Cabalgando por raíces
con crines en las manos,
tu corazón creerá en el día.

Acariciando ramas
en peregrino hastío,
bebiendo savia
confundirás el éxtasis de las flores.

Soñando en el camino
con inclinada pose,
velando tus pálpitos
te abrigarás con mantos de nubes.

A través del follaje
espoleando el potro,




84
Lionel Henríquez

tus pupilas trasuntarán las hierbas
en alas de golondrinas estivales.

A través de pétalos y aromas
con el amor al anca del corcel,
vivirás las noches y los días.
ocultando los hálitos de viejos temores.

Abrazado al cuello del semental
trotarás entre los árboles,
oliendo la humedad del bosque.

Con esos lentos pasos del rocinante
a su lado, conversándole a sus visiones,
entrarás por puertas y ventanas
caminarás oscuros y soleados pasillos.

Y...
En jaulas de milenarios alerces
encerrarás el tiempo y su ventura...
¡Tus ojos volverán a la profundidad del
[día!


85
El tren de las distancias

Crecimiento

En profundo e indómito silencio
machacando tus raíces
bebiendo infusión de savia,
confundiste el éxtasis de las flores.

Al subir por troncos, ramas
con manos y piernas de niño
en camino de intrincadas poses,
viviste penumbra y claridad.

Apartando hojas, a través
de pétalos, perfumes
tu vista peregrina escapó de
su rebelde y voluntarioso hastío.

Tus ojos a través de los árboles
en vuelo entre los cirros
atraparán el reloj de la ventura
sancionando el tiempo y su verdad.


86

Vida sin muerte

Ha fallecido la muerte,
se ofician lúgubres lamentos
en el altar de oscuro panteón,
sobre negras y blancas baldosas.

Entre bancas de mármol
lloronas desaguan impiedades
alumbradas con pálidos cirios
alzando cesantes guadañas.

En siniestro cortejo a contraluz
acólitos besan sus ojos sonrientes,
con mirada perdida viaja por el averno
vuela hacia las pestañas del universo.

Salmos y letanías en postrer esfuerzo
acallan quejas silentes de almas por
[renacer,
gritan ahogadas en túneles de luz:
“En el mañana después del funeral


87
El tren de las distancias

¿Qué será de la vida sin el cuerpo de la
[muerte?
¿Viviremos eternamente sin enjugar una
[lágrima?”
¡Sólo el eco responderá con un cósmico
[tic-tac!

Nosotros, después de la última despedida
con paciencia heredada, jugaremos a ser
[dioses.
¡La muerte ha muerto, larga vida a la
[muerte!



88
Lionel Henríquez

¡Renuncia a los antiguos moldes!

Zúrcete un aura en el cuerpo
y deja entrar por ella la energía
para encender el farol de la esquina,
esa en que se bifurca la calle de tu
cerebro
hacia el Orión de tu sonrisa y el mar de tu
dolor,
avenidas que se encuentran en el
parpadeo del horizonte.
¡Reniega la oscuridad de las veredas!
¡Tus pies deben penetrar la neblina del
ocaso
para llegar a ser simiente en la matriz de
la aurora!
Cuando logres incubarte en su tibieza,
nacerá,
crecerá ese verbo parido entre tus ojos
eclipsando en tus cejas las angustias.
Vamos, camina por la calle iluminada



89
El tren de las distancias

alcanza con tus manos esas mantas
bordadas
con la mirada de los dioses, con ella de
abrigo,
cruza las columnas, sumérgete en las
esferas
aquellas donde conviven con la misma
aura,
entre ruido y silencio, dolores y sonrisas.

90
Lionel Henríquez

En la antesala del universo

Tus puños se revuelcan en el llanto
al sentir el perfume del fracaso
ondulando de noche con sus pasos
por las vetas del mármol en tu espanto.
Sonrisas por recuerdos en ocasos
recorren la mirada de quebranto,
que buscó entre gorriones y pegasos
sentir el Universo entre sus cantos.
Son los inconsecuentes sentimientos
que cruzan el reloj de la confianza
apretando tus dedos soñolientos.
Engarfiada en el centro del aliento
el aura será el pan de la esperanza
en tus ojos viajeros por el viento.


91
El tren de las distancias

Desgano

Mis manos languidecen
y serán piernas que se refugien
en el claustro de los sueños.
Me sumerjo en la penumbra
y llamo a tientas
a los escalofríos del silencio,
para que conecten mis ópticas fibras
que hacen brillar en la oscuridad
la pantalla de mis visiones.
Y sólo acude a mi encuentro
la pesadilla, de la cuerda
que ata la serpiente a mis rodillas.

92
Lionel Henríquez

Todo de nuevo

El negro tinte de la sangre
se desquicia por mi piel
al ver viajar tu voz errática
como el vuelo de la mosca
Traspasas las telarañas del pasillo,
el fuego transforma
tus ojos en aguardiente.
Los enmohecidos goznes de la puerta
ceden a tus manos de flor naciente...
Sólo el tibio calor de otra placenta.


93
El tren de las distancias

Cerebro sonriente

Bajo tierra húmeda
entre alerces y pellines
a la sombra de oscuras lunas,
dejaste sumergida, sin aire,
entre estrellas, nebulosas
que jugaban en el patio de tu casa,
la chispa que apagó la fogata.
Husmeando por agujeros negros,
braceando por la Vía Láctea,
encontraste leña que ardió en tus latidos.
El corazón volvió a jugar sin escarcha
descerebrado, adolescente
entre los silencios de las sonatas.
Buscaste acordes que iluminaran
el piano, de la mano de violines.
Las melodías desenterraron
con la frescura de antaño
la pavesa, nutriente
de la inteligencia


94
Lionel Henríquez

que te hundió en la amargura.
Pestañearon seis lustrosos relojes
entre el ayer y el posible mañana.
Hoy caminas por el bosque
con mirada cartesiana.
¿Que me importa la incertidumbre
desvelada?
Todo está escrito con luz de candelas
en los papiros que dolientes esclavos
atan con su alimento, a mis dolores
ancestrales.



95
El tren de las distancias…

Prólogo 5
Patricia Lara 7
Madre, es la tarde... 9
Distancia en el tiempo 12
Esta calma de aromos... 14
En un tren fantasma 17
Monólogo post mortem 20
Magazine 22
Leyendo a Rimbaud 24
Nada ha cambiado 26
Marasmo de otros manantiales 28
Sin cerrojos 30
Imaginario 32
Acerca de unos vientos 35
Madre, no puedo, es la agonía 38
De escarchas y distancias 40
Sentencia de las uvas 42
Lionel Henríquez 45
Ese día 47
El juicio nocturno 50


97
Tu respuesta 52
Arquetipo 53
Desde una ventana 57
Agonía 59
Por donde camina el alma 61
Nocturno alienante 63
NOCTURNO: Vida Pasión y Muerte… 65
Alegoría nocturna 67
En el sueño no recordé mi insomnio 79
Por la conquista de tierras heladas 81
En tu renacimiento 84
Crecimiento 86
Vida sin muerte 87
¡Renuncia a los antiguos moldes! 89
En la antesala del universo 91
Desgano 92
Todo de nuevo 93
Cerebro sonriente 94



5. ENTRE DOS MANOS

Editor:
Arnulfo Vigil
Cuidado de la edición:
Pedro García Treviño
Producción:
Rocío Maybé Montalvo
© Primera Edición: Enero del 2005

OFICIO EDICIONES
MM. de Llano 1016 Ote
Centro CP 64000
Monterrey, NL.
MEXICO
Tel. (0181) 408905
e-mail: arnulfovigil@yahoo.com.mx

Prohibida la reproducción o transmisión
parcial o toral de esta obra en cualquier
fotocopia o sistema para recuperar
forma electrónica o mecánica, incluso
información, sin permiso del editor.


Impreso y hecho en México
Printed and made in Mexico



PRESENTACION

La poesía sigue siendo un milagro. Han cambiado las
fases de la tierra, las condiciones sociales, los
contextos, la arquitectura, la ciencia, los calcetines, los
alimentos, la política, la pintura, e, incluso, la poesía
misma. Pero la poesía, como como milagro que es pervive
a todas las circunstancias, y como milagro que es
impide que su vaya al túnel (o al olvido) lo bueno de
la vida: una copa de vino tinto, un abrazo tibio, el
perdón después del enojo, la solidaridad, la mano
abierta, un campo lleno de flores, la sonrisa del sol.
Y poesía es lo que se encuentra en estos pedazos de
materia orgánica llamados páginas, que forman ese
objeto de la inteligencia llamado libro. Poesía en cada
poro, en cada línea, en cada respiración. Este libro,
Entre dos manos, es osado por si mismo, ya que no es
común que un libro de poesía se escriba, como
correspondencia íntima, entre dos poetas, menos
entre un poeta y una poeta. Cuando un hombre y una
mujer se (re)únen nace una tercera figura: la pareja, es
decir, el monstruo, es decir, la poesía.
Dos en uno y uno en dos: Patricia Lara Arriagada y
Lionel Henriquez Barrientos. Patricia: la poesía

...5

rebelde, rabiosa en su bondad. Lionel: e! extraño que
nada entre el número y la letra: la matemática y la poesía.
Por eso es importante este libro, porque es la voz de
dos en uno, en una, que es a la vez la voz de todos,
del todo y de la nada, del absoluto amor. Un libro de
poesía para leer como fue escrito: entre dos.


ARNULFO VIGIL
Monterrey, N.L México, 2005



Indice

5 / Presentación / Arnulfo Vigil

El: Lionel

9 / Promesa
10 / Erótico
11 / Alquimia de amor
12 / ¿Dime dónde?
13 / Nos amamos
14 / Universos paralelos
15 / Nuestro viaje
16 / Hoy descanso gracias a ti
17 / Tu voz
18 / Momentos de vida
19 / Fue el comienzo, hoy un día para recordar
20 / Ayer, en un andén
21 / Dime tú
22 / ¿Te acuerdas amor?
23 / Amantes
25 / Tu dolor
26 / Imagen nocturna
27 / Un bello recuerdo
28 / Dormida
29 ¡Házme morir de una vez!

Ella: Patricia

33 / Décimas de cumpleaños
35 / Coronación y el pellín
37 /A quién le importa
39 / Por la calle buscando un café
41 / Aforismos de tu piel
43 / Ay de ti si sollozas...
45 / De mañanas, de tranvías y ventanas
47 / Sólo tu boca en banda de jazz
49 / Retruécanos
50 / Flechas en el tiempo
52 / Ruta y destino
54 / De relicarios y campanas en el paseo huérfanos
57 / Arcanos en viaje de amantes
59 / De tu nombre y de silencios
61 / Rondó del silencio
63 / Girasoles y amapolas de un 14
65 / Letanías para la caída de los ángeles
67 / Aquelarre dos
69 / De grillos y violines en una tarde de enero


Entre dos manos
de Patricia Lara y Lionel Henriquez
se terminó de editar e imprimir
en los talleres gráficos de
OFICIO EDICIONES el 25 de enero del 2005.
Se tiraron 500 ejemplares
más sobrantes para reposición.